El Estudio Choy-León, integrado principalmente por los arquitectos cubanos José Antonio Choy (1949) y Julia León (1948), tiene la característica de proyectar sus obras teniendo en cuenta que estas son elementos inseparables de un marco superior, las ciudades a las que están destinadas. La relación armónica entre la obra arquitectónica y el paisaje natural o construido con el cual esta ha de convivir, así como la correcta inserción en el tejido urbano general son aspectos siempre presentes en sus trabajos. En La Habana, escenario principal de su quehacer en los últimos quince años, sus diseños han venido a formar parte de un contexto de valiosa herencia arquitectónica y cultural, por lo cual, las soluciones finales tienen como premisa que la nueva adición reverencie los valores estéticos e históricos de la ciudad. Como resultado de tales consideraciones los edificios concebidos por el equipo pueden considerarse como ejemplos significativos de la llamada relación entre lo nuevo y lo viejo.
Memorables en este sentido son la ampliación del Banco Financiero Internacional (2000) o el Centro Comercial La Puntilla (2001), ambas en la barriada de Miramar. Si consideramos obras construidas más recientes es meritorio de mención el Centro de Estudios Che Guevara (2007), que con volúmenes minimalistas se adapta a la arquitectura residencial de Nuevo Vedado, representativa del Movimiento Moderno en Cuba. En La Habana Vieja, específicamente en la esquina de Virtudes y Zulueta, el Estudio logró una adecuada inserción con el Hotel Parque Central Torre (2010). En convivencia con importantes obras de la arquitectura cubana como el Edificio Bacardí y el Capitolio Nacional, este hotel no pretende robar el merecido protagonismo de sus vecinos, sino que los respeta en todo lo posible, pero se hace merecedor de su lugar con una impronta propia. La fachada, en la parte superior, muestra a la ciudad una estructura de aluminio de un discreto tono mate, evocación a la contemporaneidad y al progreso tecnológico. En la sección inferior del edificio la piedra de tono ambarino rememora “lo viejo”, la ciudad tradicional. Esta selección de texturas, unida a al respeto por la altura y proporciones de los edificios anexos hacen posible la adecuada armonía.
Más reciente y de mayor envergadura es el proyecto, hasta ahora no construido, para la Estación Central de Ferrocarriles de La Habana del año 2014, por José A. Choy y Olivia Choy como proyectistas principales. Nuevamente en el Centro Histórico de La Habana, la obra se propone rescatar la estación de 1912, de la autoría de Kenneth H. Murchison. Además de la recuperación del inmueble original, los autores proponen una gran ampliación que incluye la Estación de Lejanía, Estación de Cercanía y Estación de Ómnibus, entre otros espacios necesarios para el transporte urbano. Nuevamente las nuevas secciones hacen notable uso del vidrio y el metal, que con gran limpieza formal muestran una imagen contemporánea y acompañan a un edificio valioso por su significación histórica.
Si se realiza un compendio de las características generales de estas obras es posible notar que la integración con el entorno arquitectónico se alcanza mediante la sobriedad, el respeto a la morfología general, los volúmenes y proporciones de los inmuebles existentes, así como el reconocimiento y reinterpretación de las cualidades originales que caracterizan las zonas intervenidas. Un riesgo potencial en las inserciones de obras contemporáneas en áreas urbanas históricas, es la mímesis total de los referentes cercanos, lo cual significa un freno al desarrollo de nuevos modos arquitectónicos en el país. No obstante, es posible notar que en estas propuestas los arquitectos se han asegurado de mantener una huella completamente contemporánea, en parte gracias a que no ha habido recelo en cuanto a la utilización del vidrio, el aluminio y el acero, por temor al contraste que puedan generar respecto a materiales tradicionales.
El cambio y crecimiento de la ciudad es necesario e inevitable, con el avance del tiempo, la arquitectura experimenta transformaciones relacionadas con las necesidades constructivas de cada época y lugar. El equipo de arquitectos Choy-León ha demostrado que el surgimiento de “lo nuevo” no incluye la ruptura áspera con el pasado y que es posible una lograda relación entre lo nuevo y lo viejo, pues el patrimonio arquitectónico puede constituir el referente esencial para las creaciones más recientes.