Provocar, incitar, desafiar

/ 10 enero, 2018

El trabajo de Abel Barroso (Pinar del Río, Cuba, 1971), egresado del Instituto Superior de Arte (ISA) en La Habana, vuelve a ser noticia. Esta vez, el artista presenta su quehacer en The Studios of Key West, del 4 al 25 de enero de 2018 y el jueves 11 de enero, a las 4pm, tendrá lugar una charla con el artista, en la propia galería.

El autor forma parte de las voces más destacadas de una generación de artistas cubanos que alcanzaron la mayoría de edad durante el “Período especial” de la isla, considerada la era de las privaciones, tras el colapso de la Unión Soviética. Se entrenó como grabador en el ISA y rechaza la fetichización de la técnica dentro de los márgenes de los grabados tradicionales. Como muchos de sus contemporáneos, heredó una cosmovisión irónica y un don para la invención. Para él, el mensaje es esencial, los materiales deben ser variados y los límites de las técnicas pueden traspasarse.

Lo que caracteriza su trabajo es apreciar cómo recrea su discurso estético a partir de la experimentación de los recursos visuales propios del grabado tridimensional. El artista manipula los objetos creados con su tecnología “tercermundista” en una obra, muchas veces realizada en madera – aunque ha utilizado otros materiales – con la voluntad de arreglar, inventar y crear mecanismos técnicos para enaltecer su trabajo. Combinando esculturas y bloques de madera, las computadoras fabricadas con cajas de puros cinceladas a mano, recordaban objetos de arte falsos.

Su obra Café Internet del Tercer Mundo – exhibida en la Bienal de La Habana, 2000 – valida su manipulación de la tecnología y los medios de comunicación, al abordar el uso del internet en Cuba en un contexto de precariedad. Los visitantes pudieron tomar una taza de café, “navegar” en una de las “computadoras” de madera hechas a mano por el artista y desplazarse, a través de imágenes impresas digitalmente, mediante una manivela. En un país donde la escasez de acceso a internet es un signo de disfunción y una herramienta para el control, constituyó una crítica contundente, pero encantadora.

En su propuesta discursa sobre el consumismo, las contradicciones de un país sin recursos y el uso de la tecnología. Para ello, reinterpreta lo mismo un teléfono celular con auriculares, computadoras, audífonos y un IPhone táctil, mediante una construcción humorística del objeto, y se estrena en una temática que refleja su interés de asumir una visión crítica del panorama tecnológico desfasado a partir de máquinas de juegos sobre la migración.

Gracias a su imaginaria empresa “Mango Technologies” engendró una línea completa de dispositivos “digitales” laptops, teléfonos plegables, tabletas y altavoces inalámbricos que, con un toque irónico en las estrategias visuales, que alcanza su maestría en la instalación Pinball del emigrante, expuesta en su  muestra personal Cuando caen las fronteras, en la 11a Bienal de la Habana, 2012. Esta propuesta constituye un ensayo visual de su sentido del humor resuelta mediante una lúdica expresión de los mecanismos de resistencia política, económica y cultural de los países excluidos en la distribución cultural y el consumo de la tecnología.

Su prestigio se ha mantenido en el tiempo. Invitado a la 57 Bienal de Venecia, 2017, participa en la muestra colectiva Tiempos de la Intuición, donde se destacan sus computadoras, laptops, tabletas, teléfonos móviles y auriculares VR, realizados en madera. La exposición fue muy popular, no sólo estableció la preeminencia de Barroso; sino que marcó la pauta de su trabajo y planteó temas en su carrera, que aún desarrolla: comentarios irónicos – a menudo, genuinamente divertidos – sobre los sistemas políticos y económicos, invención de objetos con materiales que están al servicio de las ideas; así como una visión universal del mundo.

Adopta, alegremente, el papel de portavoz del “3er mundo” y se dirige a las audiencias globales, para quienes un teléfono simulado debe tomarse en consideración, no sólo por el desarrollo alcanzado en los dispositivos digitales, sino por cómo sería vivir en una sociedad sin ellos. Si la tecnología permite el colapso de los límites, su ausencia los refuerza. En este sentido, dirige su sátira hacia una serie de sistemas, que restringen el flujo de información de cosas esenciales en el mundo actual.

Magistral, significativa y categórica resultó una de las obras políticas más convincentes de su autoría, exhibida en la destacada feria del Armory Show de Nueva York, marzo, 2017. Consiste en una plataforma – ubicada en el entrepiso de Pier 92 – titulada La máquina de Pinball de emigrante, inspirada en la propuesta realizada en 2012. La actual propuesta consiste en una instalación de siete metros (tamaño insuficiente para pinball), hecha a mano, de madera áspera y pintada, de un modo caricaturesco, con pintura negra.

Abel Barroso, quien vive y trabaja en Cuba, recrea el tema de la emigración desde la recreación de la aventura que padece un expatriado que ha echado su suerte. En esta máquina, el artista recrea a un emigrante que avanza desde el sur hacia el norte; en otra zona, en una sala de inmigración del aeropuerto, se representa como sortear una difícil carrera de obstáculos; y en una tercera sección, el emigrante gana experiencia en el cruce fronterizo. El resultado final se centra en la zona dónde termina la bola rodante de madera. La obra nos revela cómo el arte, por su propia naturaleza, está destinada a provocar, incitar y desafiar.

Cualquier nación insular está obligada a tener una mayor conciencia de su aislamiento, pero en Cuba – entre el régimen autoritario y el bloqueo estadounidense – el estremecimiento es agudo. Como siempre, Barroso convierte estos sistemas de aislamiento en juguetes: obtener una visa se presenta como un juego de pinball en la cual, las naciones desarrolladas y en desarrollo, se enfrentan en una mesa de futbol. Con suerte y con un poco de habilidad, el jugador puede navegar por el sistema, aunque el juego siempre está arreglado previamente.

En su trayectoria artística, el autor ha trabajado el tema de las fronteras, de los límites que dibuja el poder y le interesa señalar las marcas o líneas imaginarias, fronterizas – entre países o personas – que no puedes cruzar. Ha insistido en la universalización de sus problemáticas como ciudadano, que pueden coincidir con las expectativas de personas, que estén viviendo en otras circunstancias y que enfrenten problemas similares o paralelos. Expresa su interpretación al respecto y se erige receptor global, a partir del lenguaje visual que utiliza para recrear esos asuntos reflejados en su obra.

Su objetivo actual se centra en crear un diálogo, una comunicación entre dos lugares distintos – cercanos o distantes – para recrear, de diversas maneras y con diferentes resultados, el tema de las fronteras, de los límites que dibuja el poder, desde la multiculturalidad y la multiplicidad de los conceptos de intercambio entre las personas, en las mezclas de nacionalidades y en las formas de ver el mundo. El discurso se centra en una interpretación de estos temas que revela su interés por explorar los límites y las fronteras que los individuos establecen para marcar su territorio o su identidad.

Le interesa nutrirse de información y conocer las formas de pensar de otras identidades y culturas para poder abordar distintas situaciones de convivencia: conocer cuál es la postura de los inmigrantes en Europa, qué opinan de los sistemas políticos y sociales en los que viven, cuáles son sus expectativas en esos países, así como conocer qué piensa un mexicano de la frontera entre Estados Unidos y México, o una persona que vive a metros de un control fronterizo. En este sentido, dedica su tiempo a estudiar un país como Japón, que tiene una emigración muy limitada. Sus amplios y diversos intereses por conocer la diversidad de opiniones sobre estos asuntos han contribuido a que sus obras viajen por todo el mundo y, en los contextos donde han sido expuestas, se han potenciado las relaciones con su espacio creativo.

Con una destacada trayectoria, su obra ha sido exhibida alrededor del mundo y forma parte de las colecciones permanentes del Museo de Arte Moderno, Nueva York (MOMA); el Whitney Museum of American Art, Nueva York, así como el Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana, Cuba, entre otros.

Hortensia Montero

Hortensia Montero

(La Habana, 1951) Master en Historia del Arte, Universidad de La Habana. Graduada de la Escuela de Museología, Museo del Louvre; de Museología General Contemporánea, Universidad París I; de Documentación y Archivo, Centro de Documentación de la UNESCO–ICOM, París. Desde 1975 es curadora de Arte Contemporáneo, MNBA. Fue Premio Anual de Investigación Cultural 2001, 2002 y 2003, Centro Juan Marinello y Premio Nacional de Curaduría, 2003 y 2006. Autora del libro Los 70: Puente para las rupturas. Profesora adjunta de la Universidad de La Habana.

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