Paraíso prometido

/ 1 agosto, 2016

A raíz de la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, en julio de 2015 se han gestado múltiples acciones culturales de diverso corte que perfilan el conocimiento mutuo entre estos dos países. Próximos a cumplir el primer aniversario de este hecho histórico, la exposición Paraíso prometido: Encanto cubano, seducción americana -que se exhibe en el Wolfsonian–Universidad Internacional de la Florida (FIU), en Miami Beach, Florida, hasta el 21 de agosto- se sitúa como un importante referente histórico cultural de esta reconciliación gubernamental.

Entre las múltiples propuestas, esta muestra explora las conexiones que existieron entre estas dos naciones entre 1920 y 1959 y patentiza cómo el arte y la cultura sirvieron de potenciadores de diálogos, expresados mediante el diverso imaginario visual expuesto.

Cuba, la más grande y rica de las islas del archipiélago de las Antillas, ocupa el centro del Mediterráneo del Nuevo Mundo. Esta región privilegiada, llamada por los españoles la Llave del Nuevo Mundo, no sólo por su fisonomía insular, sino por su parecido con una llave puesta en medio del golfo, goza de una posición geográfica privilegiada. Cuba tiene las llaves de los caminos del mar: por el estrecho de la Florida se comunica con el Atlántico y el Golfo de México, por el Paso de los Vientos se comunica con el Atlántico y el Mar Caribe, y por el Canal de Yucatán enlaza el Caribe con el Golfo de México. Su posición estratégica y su belleza están fundamentadas desde la época en que Cristóbal Colón la descubrió. Cuenta la historia que cuando el Almirante puso los pies en suelo cubano la llamó: “la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto”. Los visitantes a la isla siempre han querido descubrir la imagen de Cuba como un paraíso.

En la primera mitad del siglo XX, la visión cultural que se daba de la isla correspondía con un refugio tropical de ensueño. Sucesivas campañas de publicidad, así como las películas de Hollywood promocionaron la garantía sobre la indulgencia que existía en Cuba con respeto al ron, el tabaco, la rumba y el mambo; así como la capacidad legal que existía para beber y participar en juegos de azar, lo cual beneficiaba ampliamente el comercio y el turismo entre Cuba y Estados Unidos.

A través de fotografías, carteles, ambientación y artículos promocionales, exhibidos en Paraíso prometedor: Atractivo cubano, seducción americana, la muestra va más allá de la relación que se establece entre los exponentes presentados ya que el conjunto conforma una amplia plataforma ambiental que permite explorar la fuerte relación que existía entre ambas naciones.

El recorrido por la muestra se proyecta a partir de la época de la prohibición de bebidas alcohólicas en la década de 1920 en Estados Unidos y, más tarde, el auge del turismo a partir de la posguerra de los años 50 que provocó el aumento de visitantes americanos ricos y celebridades de la cultura y del arte en general, atraídos por los exóticos clubes nocturnos, casinos y cabarets de Cuba, los cuales promovieron la creciente entrada de extranjeros a la Isla.

Debe destacarse la percepción del ambiente de glamour que se respiraba en esas épocas doradas enfocadas en una apetencia especial por la música latina y la danza, que son aún muy apreciadas en los Estados Unidos, amén de las artes plásticas, entre otras especialidades.

La colaboración de la Cinemateca de Miami Beach consistió en la exhibición de una serie de películas como apoyatura a la muestra expositiva denominada Las noches de La Habana. Cuba: explorando a través del arte y el cortometraje, en la cual se exhibió la película Week-End en La Habana. Por último, la Fundación Copperbridge, con el apoyo de CCE Miami y el Wolfsonian-FIU, presentó el grupo Danzabierta.

Abierto al público en 1995, el Wolfsonian se ha ganado un amplio reconocimiento entre los estudiosos, coleccionistas, educadores, trabajadores de los medios, profesionales de museos y visitantes por su inigualable colección de cultura material moderna y su enfoque multidisciplinario en la exhibición de los exponentes, considerados entes que patentizan las expresiones de cambios a través del tiempo y garantiza que las obras pueden ser mejor entendidas en el contexto en el cual fueron creadas, al tiempo que amplían sobre la época en que se desarrolla el tema y revelan su propio devenir.

Las colecciones del Wolfsonian comprenden aproximadamente 180.000 objetos, que pertenecen al arco temporal entre 1850 y 1950, que incluye desde la Revolución Industrial y las secuelas de la segunda guerra mundial en una amplia variedad de objetos museables que incluyen muebles, objetos de diseño industrial, piezas en vidrio, cerámica y metal; libros, publicaciones periódicas, artículos, obras sobre papel, pinturas, textiles y medallas.

El Wolfsonian utiliza diversas piezas museables para ilustrar la capacidad persuasiva del arte y el diseño así como lo que significa ser moderno en el arte y explica la historia de los cambios sociales, políticos y tecnológicos que han transformado nuestro mundo. Esta estrategia promueve al público a apreciar el mundo de nuevas maneras y a aprender del pasado, como una forma del presente, que puede influir en el futuro de los habitantes del planeta. Asimismo el Museo apoya becas, desarrolla y difunde exposiciones, publicaciones y programas educativos y patentiza el impacto del diseño en la conformación del mundo contemporáneo.

Esta exposición ha sido posible gracias a la colaboración de la colección de Vicky Gold Levi y el Dr. Alexander Levi así como al generoso soporte de Felipe del Valle M.D P.A. y a la colaboración de un grupo de instituciones.

 

Hortensia Montero

Hortensia Montero

(La Habana, 1951) Master en Historia del Arte, Universidad de La Habana. Graduada de la Escuela de Museología, Museo del Louvre; de Museología General Contemporánea, Universidad París I; de Documentación y Archivo, Centro de Documentación de la UNESCO–ICOM, París. Desde 1975 es curadora de Arte Contemporáneo, MNBA. Fue Premio Anual de Investigación Cultural 2001, 2002 y 2003, Centro Juan Marinello y Premio Nacional de Curaduría, 2003 y 2006. Autora del libro Los 70: Puente para las rupturas. Profesora adjunta de la Universidad de La Habana.

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