Hoy la tendencia abstracto-geométrica restaura el concepto de realidad, pero con un nuevo sentido:
la revelación del orden geométrico (visible u oculto) constitutivo de la materia universal y en la naturaleza mineral y vegetal de la Tierra. Las leyes que rigen el Arte, en su acepción más pura, se concilian con ese orden y lo exaltan.
Pedro de Oraá.
Como ya es tradición casi cada fin de año, el pasado viernes 16 de diciembre, se inauguró en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana la exposición del Premio Nacional de Artes Plásticas. En esta ocasión de Pedro de Oraá, artista al que le fue otorgado el Premio en el año 2015. Abstractivos es el título de esta primera muestra personal del artista en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Las piezas que componen la exhibición, curada por Elsa Vega, fueron realizadas en el último período y una parte de ellas producidas el pasado año. Una exposición compuesta por más de 30 piezas (pinturas y esculturas tridimensionales) abstracto-concretas en las que el artista ha plasmado la geometría que se encuentra oculta en la naturaleza, en el universo. El concepto de concretismo para Pedro significa que “la pintura ya no representa sino que se presenta, se da por sí misma, un espacio dentro del espacio, lo abstracto deviene concreto.”
Esta exposición, que es a la vez el testimonio del Premio Nacional, no es solamente un reconocimiento a la obra de este artista, sino también a la de toda una generación de pintores abstractos cubanos. La obra de Pedro de Oraá es símbolo de un momento necesario del arte cubano del siglo XX, un período en el que la abstracción y el concretismo no figuraban en la historia del arte cubano pues no es, hasta mediados del siglo pasado que el abstraccionismo adquiere cierta connotación en nuestro país cuando un grupo de creadores cubanos constituyen el grupos Los Once, al que Pedro se vincula en 1952. Años más tarde, en 1957, funda y dirige junto a Loló Soldevilla la primera galería pensada como un espacio para exhibir esta vertiente artística, la Galería de Arte Color Luz y más adelante, entre 1958 y 1961, integra el grupo 10 Pintores Concretos del cual también formaban parte Salvador Corratgé, Sandú Darié, Loló Soldevilla, Luis Martínez Pedro, entre otros.
Pedro de Oraá es un creador —artista, ensayista y poeta— que a pesar de su edad se renueva constantemente, muestra de ello son las piezas que componen esta exposición; piezas geométricas que pueden ser entendidas como metáforas en las que el artista ha querido incluir además de las más conocidas obras en blancos, negros y grises, otras en las que ha utilizado una gama de colores más amplia pues, según él mismo ha confesado, “el color tonifica y le quita un poco lo rígido del blanco y negro”.
Esta exposición confirma además, como advertía Rafael Acosta de Arriba en sus palabras de presentación, “que la abstracción y el concretismo en el arte cubano están vivos (…) de manera irrebatible. “