La destreza técnica de Onay Rosquet es el atributo más sorpresivo de la muestra que recoge su joven producción inaugurada recientemente en Galería Galiano. Como bien indica el título de la exposición, las piezas allí reunidas se suman a la recurrente preocupación por los artefactos que intervienen en el transcurrir ordinario de la vida para erigir desde ellos una poética. Pero en el caso de Como quien no quiere las cosas, más que una inquietud por tematizar o discursar a través de dichos objetos, la propuesta, explícitamente, se inclina hacia la balanza del tanteo pictórico, visual.
El espectador que entre en contacto con la exhibición, se encontrará con un grupo de pinturas que giran en torno al enfoque hiperrealista, como técnica que les confiere su consistencia y punto de partida. La versión en la pared de Estampida, atraerá primeramente la atención, por las grandes dimensiones de un mapa de Cuba conformado por llaves que se esparcen o escapan. Las asociaciones con el tópico de la emigración cubana, el drama de la insularidad y consabidos conflictos, de seguro serán inmediatas. Después, uno espera hallar en el resto del recorrido, el mismo abordaje simbólico de los objetos para hablar de inimaginables cuestiones referenciales, existenciales, expresivas.
Sin embargo trabajos como Neceser, La caja de mi abuela y Asamblea de herramientas, reafirman la transparencia de la imagen hasta el punto de desterrar lecturas más prolongadas. Sobre cada una de las telas, pertenencias personales, llaves, pinzas, se aglutinan para ilustrar justamente lo que apunta el nombre de las piezas: una gaveta con accesorios femeninos, los útiles típicos de bricolaje, recreados con detalle microscópico, preciosista, fotográfico.
Los artefactos, en esa disposición de congregación, de conglomerado, destacan sus bruñidas superficies. Ir por encima de la nitidez conseguida, acechando conexiones vivenciales o sugerencias de un pasado, casi siempre fracasa.
Por otra parte, tal énfasis mimético hiciera probable pensar, que se acude a la copia pictórica buscando activar diálogos alrededor de la naturaleza de la imagen, la virtualidad, la representación, etc. La nota discordante, por el juego con el espejismo, es un lienzo que estimula las anteriores expectativas. Sin embargo, fuera del tratamiento descriptivo de la pintura, las potenciales significaciones de “las cosas” se esfuman, extinguen, desaprovechan.
La obviedad, el verismo, la literalidad, aptitudes del lenguaje pictórico a las que ha apelado la producción contemporánea más de una vez en la Isla, esperemos que también en el futuro lleven a Onay Rosquet a salirse de la neutralidad de la imagen, explotar las habilidades del oficio en pos de una praxis más afilada y reactiva.
*Nota: Las imágenes utilizadas han sido extraídas de CdeCuba Magazine.