Cada vez se hace más frecuente la inserción del arte cubano en el circuito internacional de galerías. Actualmente, las posibilidades de superación y exhibición de nuestros artistas se han multiplicado a casi todos los espacios del orbe y se advierte un interés particular por parte de coleccionistas, curadores y galeristas de adquirir y promover sus trabajos fuera del contexto nacional. En esa línea operan en Cuba algunos ejemplos de renombre como Ella Cisneros, Howard Farber, Gilbert Brownstone, Peter Ludwig; creando y/o patrocinando becas, revistas, premios, eventos, proyectos y exposiciones. Fuera de Cuba este círculo se dilata atendiendo a diversos intereses; ya sean a grande, mediana o pequeña escala. Permutation. Contemporary Cuban Art (septiembre 5 – noviembre 1, 2014) es una de las más recientes muestras de arte cubano gestionadas por la Galería Pan American Art Projects[1] en los Estados Unidos.
La exposición propició un espacio de encuentro –fuera de la Isla– para artistas que viven y trabajan en ella. Las obras que se expusieron, de Abel Barroso (Pinar del Río, 1971), Roberto Diago (La Habana, 1971), Jorge López Pardo (Trinidad, 1976) y el dúo M&T (Meira Marrero, La Habana, 1969 & José Toirac, Guantánamo, 1966) constituyen una pequeña muestra de la pluralidad de temas y soluciones creativas que han caracterizado al arte cubano contemporáneo de este siglo. Del conjunto se distinguen dos líneas de trabajo fundamentales: una que apela al comentario de corte social o político, ya sea de manera directa o indirecta, y otra, que asume una actitud introspectiva valiéndose de la metáfora.
Tanto las piezas de Abel Barroso como las de Roberto Diago reparan en una serie de problemáticas que, aunque trascienden el espacio nacional, adquieren una peculiar connotación en este. Barroso ha sido consistente, en su trayectoria artística, con una temática y un modo de expresión muy personales. La vindicación del grabado en la década del noventa fue un período álgido para la manifestación, momento donde el artista se destacó por la manera en que invertía la lógica procesual, tal y como estaba establecida, y tomaba la matriz xilográfica como obra final, no como soporte. Con este original modo de hacer, lanza algunos comentarios acerca de la migración y el constante éxodo de la población cubana. Así, sus piezas han reflejado de diversas maneras y por mucho tiempo, la dinámica de los cubanos dentro y fuera de la Isla. Diago, de una manera similar, otorga el protagonismo al material, en el que concentra toda la carga expresiva. Casi siempre enfatiza el aspecto constructivo de la creación, a partir del ensamblaje de maderas y metales y la estructuración de los lienzos. Pondera el material, so pretexto de indagar en determinadas cuestiones sociales como la marginalidad, la religión, la raza, etc. Sin embargo, estos temas son apenas insinuados, pues sobresale el alto nivel de síntesis expresiva y formal. Lo más interesante en su poética es la sutileza con que crea, reinventa y expone estos conceptos, casi siempre trabajados de manera epidérmica. La excelencia de su arte siempre ha radicado en esa rara combinación entre violencia y serenidad interior, que evidencia un estado mental donde anida –como dijera Rufo Caballero–“su espiritualidad en efervescencia”.
La poética de Diago, a la vez, conecta por su sutileza con las piezas de Jorge López Pardo quien posee la mirada más introspectiva de los artistas presentados; encauzado en una propuesta filosófica, existencialista. Sus enfoques apelan a todo un universo autorreferencial, donde pervive el relato intimista y personal. Sus lienzos representan espacios imaginados donde llama la atención la ausencia del hombre. Tal dramatismo es enfatizado con el empleo de una imagen monocroma cuya degradación en negros y blancos construye una metáfora sobre la soledad. Su obra es también una especie de fuga hacia una realidad otra, menos perturbadora que la actual.
Por otra parte, la pieza del dúo M&T viene a romper –por su formato– con el sentido bidimensional de la exposición. En este caso la galería exhibe una instalación (Ave María, 2010) compuesta por un conjunto escultórico de 55 representaciones diferentes de la virgen patrona de Cuba, acompañada además por un texto de José Martí, el apóstol nacional. La obra acude al empleo de símbolos claves dentro de la cultura cubana, para ilustrar una identidad híbrida donde adquiere igual relevancia tanto el componente religioso, como el político o el social. Si bien la pieza, por un lado, quiebra la lógica de la selección, por otro, viene a unificar el sentido de la misma. Sintetiza aquellas preocupaciones en torno a lo racial, los temas socio-políticos, religiosos, con una lectura desprejuiciada de lo que es hoy la identidad cubana.
Pan American Art Projects trae a colación una propuesta discreta y a la vez interesante, en lo referente a arte cubano contemporáneo. Artistas de una generación no tan próxima, develan un discurso coherente con su propia obra y con los fenómenos del presente. Creo que esta ha sido una selección atinada como proyecto; sin riesgo al fracaso comercial, puesto que tanto nombres como soportes y temáticas resultan de un altísimo nivel artístico y atractivo visual.
[1]Pan American Art Projects se localiza en 2450 NW 2nd Avenue, Miami, Florida, en Wynwood Art District.