Muebles, vestuario, accesorios y diseño de interiores, conviven por estos días en la galería Collage Habana gracias a la exposición que acogerá este centro durante la 1ra Bienal de Diseño de La Habana y que fue inaugurada el martes 16 de mayo. Si se pretende sintetizar en pocas palabras la esencia de esta muestra, diversidad, originalidad y funcionalidad, podrían servir para describir la producción que allí se presenta y en la cual el ingenio puesto en función del objeto aparece como principio.
Más allá de volver a discursar sobre la polémica relación arte-diseño, o establecer divisiones entre lo estéticamente valioso y lo producido por la industria, la exposición se dedica a mostrar lo más actual del panorama cubano en materia de diseño industrial. En una suerte de afán reconciliatorio, ajeno a toda segmentación innecesaria, las piezas de distintas categorías comparten los mismos espacios. Vestuario, collares, embalajes dialogan, por ejemplo, con proyectos de muebles realizados con materiales reciclables, presentados como alternativas posibles y reales para el ciudadano común de combinar ahorro con belleza y funcionalidad.
Con semejantes principios, pero enfocados fundamentalmente a satisfacer las necesidades de diseño en los servicios del emergente sector privado, aparecen un conjunto de proyectos que van desde objetos independientes como sillas, luminarias o accesorios, hasta nociones integrales de desarrollo de interiores en las que se incluye también la identidad y la gráfica. En esta área, se insertan, además de diseñadores independientes, grupos de proyectos como Ensemble, A mano, Katauro, entre otros, que corroboran la importancia del trabajo en equipo como una herramienta más para, a partir de las potencialidades individuales de sus integrantes, lograr resultados satisfactorios.
Es apreciable en algunas soluciones resultantes de estos trabajos, fundamentalmente en materia de disposición y la ambientación de espacios interiores, la recurrencia de visualidades diversas, marcadas, sobre todo, por las tendencias más actuales del diseño internacional. En este sentido, sería válido preguntarse hasta qué punto se potencia una búsqueda de alternativas basadas en una tradición más propia que, por ejemplo, dialogue con las particularidades de nuestro clima o herencias culturales más allá de posibles estereotipos. El tema se vuelve controversial, pues muchos de los resultados están mediados en gran porciento por las pretensiones del cliente, que no necesariamente tiene en consideración dichas cuestiones.
Otro tipo de producción como es la textil permite, por tener un carácter menos multidisciplinar y una menor intervención de las exigencias del cliente en el momento de su concepción, mayor flexibilidad y apego a ya mencionados factores contextuales. Lo evidencian propuestas como las de Liliam Dooley o las de Jesús M. Frías, que, a partir del reciclaje, presentan diseños al mismo tiempo visualmente agradables y adaptados a las particularidades del espacio cubano.
Más allá de los distintos orígenes de las influencias o del nivel de endemismo de las soluciones, se aprecia en la gran mayoría de las propuestas presentadas, riqueza visual y conceptual, así como una evidente contribución a potenciar lo diverso y lo original, siempre anclados en la funcionalidad y, por tanto, en la eficiencia del diseño. Los proyectos presentados en la muestra se insertan, sin dudas, en las dinámicas de desarrollo social, sostenibilidad y progreso que promueve esta primera Bienal.