Recuerdo la muestra personal La maravilla escondida de Alberto Lago en una de las bóvedas de La Cabaña durante la duodécima Bienal de La Habana. En este espacio, tuve un primer acercamiento detallado con su propuesta y, conversé con él, de un fragmento de su producción. Cada obra que apreciaba llamaba la atención, sus resultados plásticos y visuales son únicos en nuestro contexto; allí, detenido en el tiempo, mis ojos trataban de captar cada detalle, cada pincelada y cada matiz. Asimismo, pude percatarme de varios aspectos que, sin lugar a dudas, forman parte del quehacer diario del artista, quien gusta mucho de jugar con la sensorialidad del espectador y con sus estados de ánimo.
Estos elementos serán una constante en cada una de sus creaciones, es lo que hace que su obra posea originalidad en el contexto del arte cubano contemporáneo. Su pintura construye contenidos que merecen puntos de vista diferentes, son telas que parten de su realidad más cercana y con las que logra expresar sus sentimientos y experiencias íntimas que luego comparte con el público. Así, sucede con Fall in Love su más reciente propuesta desplegada en una de las salas del Centro de Desarrollo de las Artes Visuales.
La exhibición, con la curaduría de Estela Ferrer, logró aglutinar seis lienzos de gran formato y cinco de pequeño en los que Alberto Lago mediante el empleo del desnudo despliega todo su repertorio estilístico, formal y conceptual. Con fuertes influencias del fauvismo, el neoexpresionismo y la visualidad psicodélica (el propio cartel de la exposición posee esta estética) cada composición nos invita a ser partícipes de las subjetividades del artista y nos coloca ante una paleta de colores fluorescentes y estridentes que ganan protagonismos por sí solos. Sobre un fondo neutro, entonces, son colocadas figuras femeninas desnudas conformadas por todo su universo (estrellas, corazones, happy faces, flores, mariposas, etc.) que posan para él y que ahora se muestran lujuriosas para un espectador convertido en voyeur.
Fall in Love es una muestra que hace referencia a lo que manifiesta el alma y los estados mentales de Alberto Lago, es un camino trazado desde sus estudios en San Alejandro y el Instituto Superior de Arte hasta nuestros días. Cada propuesta es algo que nos sorprende, Lago continúa con su tradición. Por ello, podemos decir que la pintura hecha en Cuba, por jóvenes, goza de muy buena salud.