Demasiado ruido no ensordece; demasiada luz nos ciega; demasiada distancia o demasiada proximidad impide la visión; demasiada longitud o demasiada brevedad oscurece el discurso; demasiada verdad nos asombra.
Blaise Pascal
A veces de tanto manifestar “nuestra necesidad” se ha instrumentado cierta predisposición negativa o positiva. Entrampada dentro de estereotipos a causa de la monotemática insistencia, puede que hasta hayamos perdido el horizonte de qué es lo que necesitamos, en medio de la praxis caótica y dolorosa del día a día.
Se acepta, con demasiada facilidad, que dicha necesidad es la de mayor emergencia; aunque también es cierto, la configuración de interés que inciden en las formas de la vida cotidiana auxilia a colocar la discusión en otros términos. La razón de este proyecto es detenernos en un repertorio de prácticas y actitudes, activas en el hoy, en las que se articulan deseos colectivos (suprimidos y reprimidos)[1] y la tensión entre los modos de producción de la vida material y su impacto en la psiquis social.
En Cuba, pasado los 90, y aunque el panorama parece ser más alentador, persisten las irresoluciones y las grises certezas sobre el mañana. La persistencia de la necesidad no solo ha conllevado a soluciones creativas para subvertirla, o para sobreponerse al desmadre, sino que también ha posibilitado organizar esa experiencia y transmitirla. En esta rejilla, estabilizadora y homeostática, se han estampado las correspondientes estructuras de conciencia y de estereotipos de actividad en la sucesión de las generaciones que se relevan unas a otras[2]. Las formas se reflejan en lo psicosocial, en las prácticas culturales y la conducta frente a lo contingente. Las dudas y las expectativas, las ideas individuales, las esperanzas colectivas, así como la vacilante irreconciliación entre el pragmatismo social y la utopía, adquieren carácter concreto e incluso, en cierta medida, carácter de objetos.[3]
Son los creadores quienes trasladan desde la desde la cotidianidad al arte esas tensiones surgidas en el seno social. El intercambio y la negociación de los autores desde su acción individual con los conflictos de la sociedad de hoy es el nervio que estimula la realización de obras que abordan los problemas de modo visceral, a veces desde la metáfora; otras frontal.
Celia-Yunior se centran en la resignificación política de espacios domésticos e institucionales, mientras que Nestor Siré se enfoca en la práctica urbana de colocar carteles para la venta o permuta de sus viviendas, lo cual tiene su impacto en la visualidad estética de la ciudad. El creador no se conforma con esta epidermis: estimula a que los propietarios de las casa le comentan sobre las razones para marcharse del lugar donde han vivido gran parte de su vida, hacia dónde se mueven, qué buscan con el cambio…
Conscientes de los absurdos y de las carencias –económicas, culturales y sociales- que pese a su mella en el carácter no ha logrado derrumbarnos, Plastic Guajiras y Adonis Ferro introducen un espacio de protesta metafórica, de ese sentir de ahogo y hastío, de fragilidades y escaseces.
Adrian Melis hace posible el deseo de los obreros: poner fin al tiempo muerto y echar a andar una fábrica en paro. Mediante el simulacro, el autor nos introduce en una realidad utópica de producción, en la que las relaciones y las fuerzas materiales de producción sobre la cual se apoya la estructura económica del país, y a la que corresponde la conciencia del hacer para y por todos, funciona de manera intensiva y coordinada. Ese lento andar de la producción económica, además de un bajo desarrollo de la economía, es manifestación de esa cultura nuestra de andar con calma y de la desidia creciente.
La realidad se suele disfrazar para hacerla menos dolorosa y molesta, y como un escape a las tensiones y desencantos que en determinados momentos colman. O por lo regular así es con las verdades más incómodas. Las actividades consideradas banales y superfluas vienen al auxilio cuando el extenuado necesita de un “sueño” reparador, lento y fantasioso, que le devuelva el ímpetu. En Cuba, las vacaciones y el chisme constituyen un remedio eficaz para devolverte productivo y feliz a un contexto hostil. Ricardo Miguel Hernández se zambulló dentro de esta práctica durante meses. En el transcurso señalado espió con frecuencia a sus vecinos por la rejilla de la puerta, detectó sus dinámicas y presenció parte de sus vidas íntimas, como si participase en un reality show. Sus observaciones en ese período de nulidad creativa devinieron luego un material para el arte, al ser representativo de un modus operandi de la vida cotidiana.
Otras prácticas también parecen unirnos al orden social, como la indiferencia que se atisba en la obra de Yonlay Cabrera. En la ciudad se encuentran agujeros que nadie sabe para qué se hicieron o si cumplen alguna función en el presente. Pero siguen ahí, bajo el ojo colectivo y crítico de la sociedad.
La propuesta de Rigoberto Díaz y Martin Wöllenstein estimula la activación de una memoria y la enunciación de deseos futuros. Personas que se han desplazado hacia albergues u otras viviendas tras ser declaradas sus casas en peligro de derrumbe, escriben sus recuerdos endulzados con la melancolía del pasado y las aspiraciones en el presente.
Las ideas sobre el orden social también operan al nivel de las connotaciones, de los significados que transmiten las prácticas. La violencia mostrada en la obra de Sandra Pérez connota la desviación del diálogo, el establecimiento de una marca en las relaciones humanas que dimensiona el enfrentamiento como un método para urdir el miedo y el poder, y además para liberar la rabia y el veneno contra lo que no controlamos. Por su parte, La culpa de Reinier Nande es una pieza polisémica, de la que es posible obtener, por lo menos, dos lecturas: una primera asociada a la deliberada renuncia de la capacidad de determinación; una segunda que implica mantenerse al margen y parcial en las situaciones como un método terapéutico de alejar los conflictos, una actitud imparcial que favorece el sustento de ciertas condiciones.
Entonces, provoca detenernos a pensar: ¿cuál es tu necesidad? La pregunta da nombre a la exposición colectiva que cuenta además con la participación de Lidzie Alviza, Orlando Montalván, Jenny Brito, Donis Llago, Alicia Rodríguez, Orlando Gálvez y Marcel Márquez. Tendrá lugar en Estudio Arsenal, cito en Cárdenas No. 55 esquina a Corrales, Habana Vieja, el domingo 24 de mayo, a las 6:00 pm.
[1] John Storey. Teoría cultural y cultura popular. Octaedro- Eub. España, 2002. p. 25.
[2] Bernstein, Borís. Algunas consideraciones en relación con el problema “arte y etnos”. Traducido por Desiderio Navarro. Criterios (La Habana). Nº 5-12, enero-diciembre 1984. pp. 256-276.
[3] Néstorov, Vladímir. El arte popular y la cotidianidad. Traducido por Desiderio Navarro. Criterios (La Habana). Nº 5-12, enero-diciembre 1984. p. 245.