La segunda edición del proyecto Detrás del Muro, durante la próxima duodécima edición de la Bienal de la Habana, sitúa dentro de su vasta nómina de artistas invitados a Glexis Novoa (Holguín, 1964). Este creador, considerado uno de los artistas insignes de la producción ochentiana, se desplaza ahora a un espacio en ruinas cercano a la Punta. Glexis, perteneciente a una generación de artistas cubanos actuantes fuera de la Isla, interviene este edificio en decadencia arquitectónica con un tipo de obra tal vez “inusual” para quienes recuerdan su “Etapa Romántica y Práctica”. Mas Novoa, en su regreso artístico-creativo a la Habana, ha decidido mostrar un línea inédita en el panorama cubano. Construye entonces una nueva experiencia en la que se diluye como creador para hacer de sus dibujos una especie de “incidente” que genere un diálogo obra-receptor-espacio.
¿Cómo valoras, de forma general, el proyecto Detrás del Muro y cuáles son las principales motivaciones de su participación en el evento?
Es un proyecto que está ya probada su efectividad, y es muy atractivo porque involucra la ciudad, y lo que es el panorama urbano, la ciudad física y también la ciudad social. Es como trenzar un poco las ideas de los artistas con la historia y con el devenir del tiempo. Bueno, realmente hay que reconocer la originalidad y la intuición que ha tenido Juanito (su curador) para crear esta idea y para involucrar a los artistas en esta zona específica de la ciudad. Precisamente, este es un sitio al que muchas veces se llamó una “zona de tolerancia” –al malecón–, por otro tipo de razones; pero es un lugar muy interesante. Es una arteria principal por la que la gente va y viene, es una frontera.
El espacio que me ha tocado para exponer, específicamente, es un lugar por el que han entrado muchas de las personas que llegaron aquí a la Habana: por el puerto, por el mar. Tiene, justamente, esa carga histórica. Por todas estas razones me interesó participar. Yo hago una obra que tiene ver con el paisaje, con lo que llamo “los discursos de los paisajes”, discursos que descubro en las siluetas de diferentes ciudades, que casi siempre están inspiradas en la Habana. Siempre he amado el paisaje de la ciudad y he descubierto en él muchísimas cosas desde el punto de vista estético.
Podrías comentar un poco sobre la obra que pretende exponer…
Yo voy a hacer un site specific, es una obra que voy a diseñar para el lugar en el que estará mi obra. Es un dibujo a lápiz sobre la pared, esa va a ser la técnica que voy a usar.
Son dibujos muy detallados, yo trabajo con una lupa de joyero, parado frente al dibujo durante muchas horas, y esto implica una meditación, una reflexión acerca del mismo espacio. Cada lugar en el que me paro a dibujar, supuestamente, estoy reconociendo ese sitio exactamente, ese punto sobre el que estoy dibujando. Eso hace que pueda ir reconociendo espacios para crear y para poder inducir al espectador, para crear estrategias que hagan recorrer al espectador como yo quisiera que lo hicieran, aunque nunca va a ser como yo quisiera porque cada asistente va a crear su propio recorrido. Yo trato de incitar este camino a través de la curiosidad, pues el espacio donde se ubicarán los dibujos va a quedar prácticamente vacío.
El título de la obra es Emptiness. Este último término lo miro como un concepto budista que tiene que ver con el espacio que está y no está, con lo que existe y con lo que no existe. Si algo pudiera explicar este concepto sería el fenómeno del arcoíris o los espejismos. Así justamente estará el espacio en el que se inserta mi obra, vacío, y tendrá pequeños detalles de dibujos, de forma tal que al descubrir el primer detalle y luego el segundo, eso te incentivará a buscar el resto, a buscar en el espacio. En esa búsqueda el espectador va ir descubriendo el espacio, va ir reclamando esos espacios como suyos.
Es una obra de participación, que mira hacia el espacio y hacia lo que sucede en él, más que a los objetos, que no son un interés en la obra. Esta tiene que ver más con lo efímero pues los dibujos luego se van a perder, se van a borrar.
¿Qué significado tiene la participación y el regreso a la vida artística cubana a través de este proyecto y de la obra en particular que presentas?
Para mí ha sido muy interesante y ha fluido muy suavemente. Esto surgió de una conversación y cuando visité el espacio me gustó muchísimo, y me motivé con la posibilidad de hacer una obra dentro del paisaje que yo tanto había dibujado; porque la Habana siempre había estado en mi trabajo aunque fuese un paisaje de New York, siempre había sido la fuente de inspiración. En este caso, es un privilegio poder hacer una obra como esta, que no es una obra en una caja blanca, en un espacio estéril, en un museo o en una galería; sino en lugar que está vivo y que lo estará con mi trabajo y después que termine la obra también. Me gusta mucho la idea de que mi trabajo pueda estar en un espacio vital, que conviva con la gente.
Es muy curioso también que yo hice mi primer dibujo site specific en el año 1994, en el Espacio Aglutinador, desde entonces yo desarrollo ese tipo de obra, y aquí en Cuba nunca se ha visto esa parte de mi trabajo; aunque también he estado haciendo una pintura que recuerda mucho a la de los años ochenta, los mismos materiales, hablan del poder, sus íconos, su estética.
¿Qué retos y motivaciones como artista supone Detrás del Muro como proyecto?
Todos los artistas tenemos mucho ego, trato siempre de separarme de este, pero siempre quedan estos objetivos que uno se plantea. Este tipo de proyecto efímero supone mucho romanticismo, no mirar o producir un objeto implica separarte un poco de fabricarlo y de tener que hacer algo con este, de involucrarlo en la institución del arte y del mercado. Esto quizá pueda atraer la atención sobre mi obra y me involucre desde un punto de vista más personal. Es una experiencia casi para mí, pero yo no quiero que sea para mí, quiero compartir mi experiencia e inducir a las personas a que tengan una parecida. Una idea que me interesa es provocar que los espectadores tengan encuentros un poco más directos dentro del espacio. La misma naturaleza de descubrir los pequeñísimos detalles para poder verlos, puede hacer que haga coincidir a dos o más espectadores al mismo tiempo. Los dibujos están ubicados estratégicamente en espacios para que tengan que negociar una especie de contacto fortuito. Me interesa que las personas, más allá de ver el arte, tengan una interacción entre ellos a nivel humano.
Fotos: Alain cabrera