La venidera edición de la Bienal de La Habana acogerá nuevamente a muchos de los artistas cubanos que de forma habitual han participado en el evento más importante de las artes visuales en Cuba. A lo largo de once ediciones la nómina de creadores se ha visto acrecentada y renovada, siguiendo los pulsos y transformaciones que acontecen en el mundo del arte contemporáneo. Así, para la próxima celebración de su XII edición, repiten nombres como el de la joven artista cubana Rachel Valdés, quien esta vez aparecerá representada por su pieza La Composición Infinita. A partir de su exitosa acogida en la pasada bienal, con su participación en el proyecto colectivo Detrás del Muro y la exposición de su intervención pública Happily Ever After, la creadora cubana para esta ocasión sustituye la pared de espejos de dieciséis metros de largo, por un environment que estimula los sentidos.
Entre la idea y la experiencia deviene reto creativo para Rachel Valdés, quien precisamente hace de su praxis artística un proceso de investigación vinculado a experiencias reales, con un fuerte componente autorreferencial. El placer de la hechura de la obra es altamente apreciado por la artista, quien disfruta al máximo lo mismo cuando pinta sobre un lienzo, que cuando aprieta el obturador o se aventura a la realización de grandes instalaciones. Generalmente sus propuestas estéticas están conectadas a objetos e imágenes provenientes del mundo fáctico, en los cuales se hace latente la disyuntiva que el ser humano experimenta a partir de los diferentes niveles de realidad de los que participa.
Específicamente en su obra La Composición Infinita insiste en llamar la atención sobre la necesidad de analizar, observar y experimentar dichas realidades que diagraman la existencia del hombre en relación con el entorno. Una vez más se trata de la angustiosa dicotomía entre la vida real y la vida ideal, acentuada esta vez por un environment que sumerge al receptor en esta diatriba.
A propósito de La Composición Infinita ofrecemos una “conversación infinita” con Rachel Valdés:
¿Cómo cree que se inserta su pieza La Composición Infinita dentro de la propuesta curatorial de la XII Bienal de La Habana, la cual, bajo el tema Entre la idea y la experiencia convida a intervenir la ciudad, reinterpretar espacios y redefinir imaginarios estéticos a partir de nuevas interpretaciones en el consumo de lo artístico?
Pienso que la propuesta Entre la idea y la experiencia es un buen concepto a desarrollar, considero que uno de los principales objetivos en esta Bienal es involucrar al espectador de manera completa y poder intercambiar diálogos, percepciones, conclusiones, a través de los diferentes medios del arte, creando nuevas experiencias sensoriales. La Composición Infinita, es una instalación de carácter inclusivo, donde invito al espectador a introducirse dentro del propio espacio que comprende la pieza, para a partir de ahí poder experimentar las inmensas posibilidades perceptivas.
¿Cuál es el sustrato conceptual que funciona como catalizador de la pieza?
Con esta instalación hago énfasis en la experimentación sensorial de estados visuales y auditivos dentro de un espacio. Me baso en “la percepción”, en el estudio y análisis del color; cómo se trasforma, su formación a través de la luz, la existencia e inexistencia del mismo. Me gusta crear escenarios que trasladen a otra versión de esta realidad, experimentar la sensación de entrar en un environment completamente distinto, donde la perspectiva se hace incomprensible, la luz, el color, el sonido y los reflejos se apoderan del espacio, traicionándolo, de una composición a otra. Para mí es como un paisaje, un limbo, un lugar místico y aparentemente infinito.
¿En qué medida La Composición Infinita resume las inquietudes artísticas de Rachel Valdés?
Abarca temas constantes que me inquietan en la mayoría de mis instalaciones. La experiencia de verse a sí mismo reflejado dentro de un entorno es algo que me llama muchísimo la atención, hacer que el espectador se convierta en un directo interlocutor, que incluso pase a formar parte de la pieza. Considero que la repetición de un elemento o su reflejo evoca un acto contemplativo de reflexión hacia el pasado y el presente, es como una materialización del paso del tiempo; donde muchas veces hago referencia a la disyuntiva entre las distintas realidades que conforman la vida del ser humano, lo mental y lo físico, lo objetivo y lo subjetivo.
A partir de su experiencia en la pasada Bienal de La Habana con su intervención pública Happily Ever After como parte del proyecto colectivo Detrás del Muro, ¿cuál espera que sea la acogida o recepción de, en esta ocasión, su obra La Composición Infinita?
Con la pieza Happily Ever After expuesta en la pasada Bienal de La Habana tuve la posibilidad y experiencia de poder compartir con todo tipo de público, siendo entendedor de arte o no, se creó un amplio y diverso estado de opinión, que fue algo verdaderamente enriquecedor. Dicha pieza representa una parte importante de mi trabajo.
En el caso de esta nueva instalación, ciertamente no deja de ser un enigma, no podría decir exactamente lo que espero porque sinceramente no sé cuál será la recepción de la gente. Cada una de estas piezas se desarrolla en gran parte a través del espectador, pero es algo que nunca se sabe hasta que estén puestas en su lugar de exhibición. Cada vez que se va a proyectar una obra por primera vez ante un público, pasas al siguiente y último nivel de lo que es el proceso creativo. Todo empieza por una idea, un simple dibujo y a partir de ahí comienza la materialización de la pieza en sí, la producción, luego el montaje y por último la puesta en escena, que es de los momentos más excitantes de todo este proceso. Poder compartir con la gente de manera directa y lograr una interacción y un diálogo constante es de los fines más persistentes que tengo. También poder continuar con mi discurso sucesivamente con cada una de estas obras de carácter público.