En el catálogo El fin del principio del artista Ángel Ricardo Ríos, en una de las portadillas reza la siguiente frase de Enrique Tierno Galván: “Bendito sea el caos, porque es síntoma de libertad”; dichas palabras, funcionan y reflejan, en mi opinión, el quehacer pictórico de este creador. Asimismo, este síndrome de lo caótico nos acerca ética y estéticamente a su más reciente exposición personal titulada En lo que son peras o manzanas, una muestra que puede ser apreciada tantas veces uno desee y siempre se encontrará nuevos significados.
Inquieto, incansable e irreductible, Ángel Ricardo puede que se convierta con esta exhibición en una especie de espejo para las próximas generaciones de artistas interesados en la pintura. A su vez, la exposición habla de afinidad hacia este lenguaje, de la facilidad técnica que posee y de su posición de defensa de los valores expresivos de la pintura. Es un camino que ha escogido, luego de haber pasado por la instalación, la escultura, el dibujo, con el que se identifica en estos momentos; es una mezcla entre adición y sustracción, donde la materia se impone como un tono sensual en cada una de sus telas.
Los lienzos que se ubican en la galería, con una curaduría bien cuidada para no saturar la visualidad del espectador, nos remiten a los inicios de este artista o, mejor dicho, al contexto en el que Ángel Ricardo cursaba sus estudios en el Instituto Superior de Arte. Este fue un período en el que sus intereses giraban en torno a las instalaciones de carácter participativo, sin embargo, se nucleaba con algunos de los pintores de los ochenta, su generación anterior. El encontrar empatía con la pintura en toda la labor de Ricardo Ríos llegó hace diez años cuando ya tenía una carrera trazada y se le llega a conocer por sus grandes instalaciones, esculturas hinchables, muebles y objetos de diseño; es decir, su llegada al universo de lo pictórico es un poco tardía, pero cada cuadro nos hace viajar al expresionismo alemán, a la pintura norteamericana de los cincuenta, al bad painting y al movimiento graffitero de los Estados Unidos y Europa. Aquí me gustaría detenerme, pues Ricardo Ríos sigue de muy cerca esta estructura del graffiti en la que existe la superposición de lenguajes, donde se pinta sobre lo pintado y donde se niega lo que estaba representado con anterioridad. Esto es un mecanismo muy recurrente en su producción actual.
En su obra, y la muestra es un ejemplo fehaciente, no existen leyes, ni reglas. La libertad es una palabra que lo define todo, esa es su firma más auténtica. El caos reina en toda la tela que en una vez fue blanca, ahora como si trabajara con sus manos en un acto performático mezcla colores y crea formas, figuras, traza líneas, círculos… ¿es abstracción? ¿es figuración? ¿es una ilusión? ¿son errores visuales?
La muestra que estará abierta al público hasta el 27 de enero de 2017, permite conocer como Ángel Ricardo Ríos ha sabido desarrollar un lenguaje propio e inconfundible que le otorga a sus obras una seña de identidad en el contexto del arte cubano.
César Beltrán
7 enero, 2017
¿Díaz o Ríos?