Niels Reyes y Alejandro Gómez Cangas comparten intereses artísticos en común, quizás el más relevante sea la persistencia de ambos en la pintura como medio expresivo, en continuar resolviendo sus entresijos a través del ejercicio constante. Al confrontar la obra de ambos artistas en un mismo espacio pudiera explicarse de inmediato el por qué organizar la muestra bipersonal A escala humana (12 mayo – 7 julio) entre ellos. Esa relación entre el todo y la parte que pareciera enfrentada, pero que culmina en una preocupación afín, tan antigua como la filosofía renacentista que ubicó al hombre en el centro del universo.
Todo cobra más sentido en las voces de los propios artistas. En esta ocasión conversamos con Niels Reyes, quien accedió a esta entrevista en la que nos habla sobre su proceso creativo e intereses personales dentro del arte.
¿Siempre tuviste interés en la pintura como modo de representación?
Sí, desde que soy niño pinto. Lo que más me gustaba eran los colores. Para mí preparar colores es lo que más placer me produce del acto de pintar. Pero bueno, he experimentado otras formas expresivas y siempre termino en la pintura. Ya hace años estoy exclusivamente pintando.
¿Cómo juzgas la pintura de los más jóvenes en Cuba, hoy? Y en tu trabajo, ¿qué sería lo distintivo?
Yo veo ahora mucha pintura, que es lo que más me gusta; de diferentes calidades, de diferentes modos expresivos pero se pinta mucho. Y esta época lo bueno que tiene es que no hay ese monopolio de un modo expresivo como quizás cuando yo estudiaba en la escuela. Cuando mi generación, se usaba la instalación o los nuevos medios, el video, el performance, era lo que estaba como una hegemonía y lo demás se rechazaba. Ahora todo coexiste e incluso a nivel de los jóvenes pintores de hoy hay muchas formas expresivas, los hay buenos, malos, normales, hay mucha diversidad y eso me parece muy bueno.
Y en cuanto a qué veo yo distintivo de mí, no sé.
No lo haces con ese propósito, claro.
No me toca a mí juzgar eso. Creo que quizás lo que me gusta a mí es que los de mi generación fuimos los que quizás impulsamos que hubiera esa diversidad y que la gente fuera libre y pintara lo que quisiera.
Muchos artistas tratan de acercarse a paradigmas internacionales, ¿cómo ocurre en tu caso?
En mi caso todo se mezcla. Yo miro la pintura como una tradición y que no es solo internacional, sino que tiene un tiempo, son muchos años, porque toda la historia de la pintura es muy grande. No hago ninguna diferencia. Hay obras mías que miran hacia la tradición netamente cubana, entonces hago la obra dialogando con esa tradición, con ciertos temas, ciertas cosas que se han hecho en la pintura cubana, pero principalmente siempre estoy mirando toda la pintura: la contemporánea, la antigua, la clásica…Yo creo que el estado de la pintura contemporánea siempre interactúa o tiene un texto dialogando con muchas cosas, y la tradición es muy importante. ¿Internacional? Claro que es internacional, pero al mismo tiempo es nacional. Esa visión ya no es tan rígida como antes.
De hecho a veces se dice que mientras más «local» sea una obra, más universal puede llegar a ser.
Si miras por ejemplo la tradición de la pintura cubana, hubo ciertos temas que eran muy tradicionales, valga la redundancia, se repetían; pero era una visión también estereotipada de lo cubano, principalmente en las vanguardias. Ya después de la Revolución quizás, o en los ’80 que todo cambió, ya empezó a revisarse esa visión de lo que era «lo cubano», después en los ’90 vino otra especie de estereotipo de la visión de lo que era cubano. Pero yo creo que desde que empezó este siglo [XXI] hacia acá el problema identitario en la obra de un artista existe, pero es tangencial, no es algo que sea el centro de la obra. Existe porque todo lo que tú haces de alguna manera es cubano, tu forma expresiva, puede ser desde el tema hasta el temperamento que hay detrás de la obra, pero ya no existe como centro discursivo, que ha existido mucho tiempo. Está ahí, pero ya no es el centro. Vivimos en un mundo global.
¿Cuánto de la realidad objetiva hay en tu texto visual?
Bueno, eso es un tema filosófico. ¿Qué es la realidad objetiva? Tiene una base filosófica porque es lo que estábamos hablando antes, sobre ese conceptualismo que había en la escuela, que había muchos términos que uno daba por sentados: realidad, lo social, lo que es verdad, realismo, tenían como una definición, y ya, era muy claro. Pero el relativismo cultural en el que vivimos ahora, ¿realidad objetiva? Toda mi obra es realidad objetiva, si soy esclavo de mi entorno, mi obra se transforma todo el tiempo con mis estados de ánimo, lo que recibo. Ahora, si me preguntas desde el punto de vista del tema, el sujeto, lo que yo hago, a veces puede ser la realidad objetiva, a veces no, a veces es una realidad muy mental. Creo que si algo define quizás al arte cubano, a la mayoría de los artistas cubanos, es que no son realmente «objetivos» dentro del tema histórico. Vamos a hablar en lugar de realidad objetiva, pensar como la nueva objetividad, la pintura alemana por ejemplo, que miraba a la realidad, era un realismo duro. Hay varios artistas en Cuba que hacen eso, pero la mayoría no, la mayoría siempre transforman esa realidad en un mundo simbólico, onírico, no sé, de miles de formas expresivas. Entonces…hay veces que hay realidad objetiva, hay veces que no. El término es muy complejo.
¿Por qué la insistencia de figuras de niños en tus piezas?
A veces sí, a veces no. Tuve una época…yo digo que a veces voy como creciendo. Cuando uno va trabajando con la memoria, esta se vuelve muy importante. Soy de esa generación que vivió la infancia bajo la cultura soviética, a full, y cuando desperté a la conciencia, la adolescencia, la cultura, cuando comencé a madurar, eso desapareció. Pero eso nos marcó como generación. Entonces ese ámbito entre la infancia, la adolescencia y la juventud siempre me ha interesado. Por dos razones: primera, porque creo que determina como un alter ego de lo que me diferencia de otras generaciones; pero también por una preocupación estética, hasta el día de hoy no me ha interesado la vejez o lo feo como tema. Quizás un día sí. Mis obras siempre tienen que tener ese componente –que puede ser también tradicional y hasta clásico- de joven, de belleza, no sé, hay algo ahí que me gusta y ya no me cuestiono por qué lo hago.
Pero la infancia como tal estuvo en mis primeras exposiciones, ya no trabajo tanto con ese tema. Ahora quizás los retratos de mi hija, que voy haciéndole según va creciendo. Trabajo más bien con la juventud.
Precisamente sobre tu más reciente exposición en La Habana, Antropoceno, se escribió una reseña en la que se afirmaba que tus personajes parecían sentirse amenazados por alguna catástrofe ambiental, amenazados por lo que su propia especie había producido. Pero pensamos que es muy difícil encasillar los rostros que pintas en una sola expresión.
De hecho, yo digo que siempre tienen como una angustia existencial, casi nunca he pintado a nadie riéndose. Pero las variaciones expresivas son mínimas y al mismo tiempo infinitas. He leído sobre eso, sobre la capacidad biológica que tenemos para interpretar millones de expresiones en el rostro, y es imposible definirlas con nombres. Uno de mis grandes problemas es que esas expresiones las veo siempre, ya sea caminando por la calle, en una película, una revista, y hay una mínima expresión que puede nacer de la luz o de los ojos y es la que se me queda ahí, ya después busco un modo de traducirla a la pintura. Pero esas son micro variaciones, mínimas –habría que ver toda mi obra-, pero que no pueden definirse en cuanto a palabras, es imposible. Es algo inconsciente, es algo que está ahí, yo lo noto. Al mismo tiempo me permite buscar otros modos… ¿Cómo se pinta? ¿Qué es pintar? Es como la base de mi trabajo. ¿Cómo se construye una obra?, para mí eso es algo mágico. Cómo aplicar pintura sobre una superficie bidimensional puede generar sensaciones, que las siento yo como espectador y trato de producirlas también con mi obra. Un impacto físico, simbólico, psicológico, sensorial. Es como potenciar ese mecanismo, siempre trato de buscar elementos que lo potencien. Y también está influido, por supuesto, por mis momentos, mis estados de ánimo, mis ideas, lo que estoy estudiando en ese momento.
Las artes plásticas en Cuba están atravesando una época en la que existen cada vez menos escuelas de nivel elemental y medio en todo el país. Tú todavía perteneces a una generación que, aunque aún muy joven, proviene de una formación elemental que continuaste orgánicamente hasta llegar al Instituto Superior de Arte ¿Qué importancia le concedes entonces a ese período formativo?
Yo tuve suerte de estar en buenas escuelas. Fui el último año de Nivel Elemental en toda Cuba. Mis maestros habían estudiado en academias soviéticas. Yo pinto con espátulas y con óleos porque me enseñaron a pintar así, pero era como una formación académica, clásica, el realismo socialista y cosas así, esa era la pintura que me gustaba a mí. Después en Nivel Medio era un arte más conceptual, empiezas a ver otras formas de ver arte. Cuando entré al ISA lo que hice fueron abstracciones, experimentar procesos abstractos, de todo, op art, abstracción geométrica, informalismo… Pero tuve buenos maestros, en todos los sentidos, hasta para contradecirlos, eran artistas también con cierto prestigio…en eso tuve suerte. No estoy muy familiarizado sobre cómo funciona ahora, sé que han cerrado muchas escuelas y que supuestamente están en crisis, pero eso se verá a la larga. Cuando fui profesor en la Academia San Alejandro sí noté que, por lo menos en el aspecto tradicional, hay mucho vacío, que eso le puede interesar a algunos artistas y a otros no. Tú puedes hacer arte contemporáneo sin haberte interesado nunca por ninguna de las tradiciones clásicas, lo mismo en la pintura, que en la escultura o el grabado, la que sea, hay muchas formas expresivas ahora. Pero si vas a ser pintor sí tienes que tener un conocimiento tradicional y cuando fui profesor los alumnos a veces no sabían ni montar una tela, no sabían preparar un bastidor, no sabían nada de los materiales, ¿cómo quieres ser pintor sin saber montar un lienzo?
Yo recuerdo que cuando nosotros estudiábamos en el ISA el profesor al que más oíamos era un viejito que se llamaba Eddy “El Químico”, porque era químico, nos enseñaba cosas de química. Hasta queríamos que nos impartieran Química como una asignatura, pero nunca lo hicieron. Un grupo de nosotros estábamos muy interesados en el aspecto artesanal y tradicional de la pintura, experimentar cosas, y ese conocimiento nadie te lo daba, no había quién nos lo enseñara, aprendimos solos ahí, experimentando. Entonces no es tanto la ausencia, si no que no hay a dónde ir a aprender eso. Si quieres, tienes que aprenderlo solo porque no existe aquí. A lo mejor no hay una escuela pero debía haber un maestro para ese tipo de aprendizajes, y tampoco los hay ya, y a la larga, con el tiempo, todo eso hará merma.
Eso era lo que más nos interesaba cuando te preguntamos por la importancia de estas escuelas, el aspecto técnico que siempre es necesario en la formación de un artista.
Exactamente, y que te ahorras tiempo. Yo tuve maestros que si me hubiesen enseñado cosas que luego aprendí yo solo, me hubiera ahorrado tiempo…y el tiempo es muy importante. En todos los medios. Yo digo que hasta un artista contemporáneo que haga instalaciones, tiene que aprender cómo producir, y eso tampoco te lo enseñan en la escuela. Es importante ser productor, saber cómo planificarte. Entonces Producción debería ser una asignatura, porque tienes que saber quién hace la soldadura, quién hace la carpintería… si no, aprendes a hacerlo tú, que también ese es el aspecto técnico necesario para un artista, porque yo los conozco que saben de todo, de soldadura, de carpintería, y aunque no lo hagan ellos mismos pueden supervisar el proceso porque lo conocen. Pero muchos de los artistas de ahora no saben nada de eso, se les ocurre una idea pero no saben cómo llevarla a cabo. Y al final el arte es un proceso. Todo el mundo tiene un mundo interior, una idea, pero los grandes artistas son los que encuentran el modo de expresarlo para que llegue a los demás, y eso es «forma» siempre, la forma es eso: los conocimientos, las técnicas.