Contradictoriamente con las posibilidades económicas de un sector bastante amplio de la población, en la actualidad estamos siendo invadidos en nuestros entornos urbanos –además de por la arquitectura espontánea y violaciones urbanas–, por infinidad de elementos de mal gusto, que se re-producen por miles en talleres precarios de cuentapropistas1 y que, en parte, son la única opción que tiene la población para «embellecer» sus propiedades, ya sean viviendas, fachadas, jardines, muros, azoteas o negocios.
Paralelamente, y en todas las etapas de estos años vividos, arquitectos y diseñadores con inteligencia, racionalidad y sensatez, han luchado a brazo partido contra los desconocimientos, burocracias y estatismos de los poderes locales o estatales, convencidos de su responsabilidad profesional, y de que la única forma de hacer valer la importancia de las calidades –en todas las escalas del diseño– de nuestros ambientes de vida, es trabajando en propuestas serias, eficaces, con un alto grado de soluciones estéticas y siempre partiendo de nuestras tradiciones sociales, históricas y culturales, independientemente de que esas propuestas o proyectos se realicen o queden «engavetados».
El arquitecto, crítico de arte y arquitectura, editor y curador de la exposición Señales de Vida, Nelson Herrera Ysla, con un amplio conocimiento de estos autores, profesores y equipos de trabajo, convocó a que por primera vez en nuestro país se mostrara, al menos, lo que se está «cocinando» en materia de arquitectura y diseño cubano contemporáneo, y con ello demostrar que estamos vivos, trabajando, y que existen muchos talentos que alientan las