Hablar o escribir sobre arte cubano de la pre-historia, desde los espacios del arte parece una rareza, una excentricidad o, cuanto menos, polemizar sobre algo que no interesa. Tiene más swing la escurridiza y muy usada post-historia.
Sin embargo, hace más de setenta años, Anita Arroyo anotó sobre las artes aborígenes de Cuba: “Estas llenarían de asombro al profano que jamás se haya ocupado de estas cosas, haciendo rectificar a no pocos el enorme error del atrasado grado de cultura que, sin fundamento alguno y sí con un total desconocimiento de nuestras civilizaciones primitivas, se les atribuye equivocadamente (…) Lo encontrado hasta el presente, que ya es muchísimo (…) bastaría para colmar varias salas (…) de un Gran Museo Nacional” (1943).
(…) A pesar de que artistas cubanos -modernos y contemporáneos, figurativos o abstractos, en series u obras aisladas, desde la cita, la apropiación recreada, o el criterio antropológico- se han interesado por ciertos aspectos de esta estética indígena del pasado, muy poco de esto se ha reflejado en las investigaciones del arte cubano. No se conocen propuestas curatoriales de galerías de arte interesadas en exhibir muestras arqueológicas cubanas. Ni estudios sistemáticos que aborden la problemática simbólica o la elaboración de ideas estéticas en torno a estas producciones indígenas desde la perspectiva de la Historia del Arte. Y los eventos y simposios sobre estudios del arte cubano, no suelen incluir el tema de las artes aborígenes, ni muestran interés por motivar la inclusión del mismo, a pesar de la “pervivencia de una memoria, si bien algo diluida, pero memoria al fin”, vigente aún en ciertas zonas de esa geografía cultural. En general, estos estudios todavía no logran superar los tradicionales marcos de los eventos arqueológicos.
(…) En el último evento realizado (XIII Conferencia Internacional ANTROPOLOGIA 2016) se presentó un libro que anuncia este avance desde una particular rama del campo arqueológico (Arte Rupestre de Cuba: Desafíos Conceptuales) por autores que no proceden del campo profesional de la Historia del Arte. En palabras del presentador del Instituto Cubano de Antropología, se confirma lo antes dicho: el libro constituye una propuesta de “evaluación crítica del conocimiento acumulado” en los estudios cubanos sobre “los orígenes del arte en la historia”. Pero los historiadores, críticos o estetas del arte cubano parece que no tienen nada que decir al respecto. (…)