Los rostros de la modernidad

/ 1 septiembre, 2018

Es otra la mirada interpretativa de los artistas modernistas cubanos con respecto a los pintores académicos al enfrentarse a uno de los temas más tradicionales de las Bellas Artes, el retrato. (…)

Las primeras búsquedas exitosas tienen lugar alrededor de 1925 (…). Los primeros en darse a conocer con retratos significativos que dejan a un lado sus experiencias académicas son Víctor Manuel García, con su Retrato del pintor Ravenet (1923), en el que fija la atención del espectador en el rostro hermoso y magnético del pintor, cuando aún firmaba sus trabajos como Manuel García. Mientras, Domingo Ravenet nos entrega un esmerado y amoroso Retrato de mi madre (1923) (…). Esta es la antesala de otras obras realizadas en 1925 y que establecen los cimientos de una nueva exploración del retrato. En tal caso tenemos el Retrato de Lilianne, de Antonio Gattorno, imagen candorosa de una joven en la cual queda perfilada su indiscutible pericia técnica. En tanto, el Autorretrato del artista y el Retrato de Marcelo Pogolotti, realizados por Carlos Enríquez, constituyen notables investigaciones psicológicas de los personajes representados.

Hacia 1925 situamos cronológicamente los tres magníficos retratos de su madre realizados por Arístides Fernández. (…)

Pero quien otorgará al retrato del movimiento modernista cubano un perfil definitivo será Jorge Arche. (…) Desde su aparición pública su trabajo resulta convincente por su indiscutible calidad, sin tanteos ni inseguridades. El Retrato de Arístides Fernández (…) se distingue por la decantación de recursos utilizados en la composición, la firmeza en el trazo y una sobriedad extrema en el color (…).

Otra obra de gran envergadura dentro del género fue realizada por Carlos Enríquez (…) Retrato de Gilda (1946), en el cual la modelo asume una posición cómoda, su rostro irradia amabilidad, sensualidad y dulzura, muy lejos de la actitud felina del Retrato de María Luisa Gómez Mena (…).

Una de las nuevas figuras que nutrirá la modernidad plástica en la Isla a finales de los años treinta será Mariano Rodríguez (…). Retrato de Zora (1937) y el Autorretrato (1938) (…) son referentes imprescindibles (…) al indicar la nueva orientación de la pintura cubana, cuyo eje de referencia se desplaza, por corto tiempo, de París hacia México. Estas composiciones persiguen afianzar un nuevo concepto de identidad latinoamericana.

(…) Esta revisión del retrato en el periodo de la modernidad nos permite afirmar la vigencia de su actualidad artística en la más reciente contemporaneidad. Y encontrar respuestas imaginativas para reivindicar el posible agotamiento del género. Desde nuestra perspectiva el retrato mantiene su más firme eficacia. Solo tendrá que esperar por las nuevas innovaciones que le depare el arte que hoy se realiza en pleno siglo XXI.

Related Post

Publicidad

  • Editor in Chief / Publisher

  • Executive Director

  • Executive Managing Editor

  • Art Director

  • Editorial Director / Editor

  • Design & Layout

  • Translation and English copyediting

  • Spanish copyediting

  • Commercial director & Public Relations / Cuba

  • Web Editor

Publicidad

Boletín de Noticias Art OnCuba

* Este campo es obligatorio