La mirada inédita

La gráfica y el dibujo en los años veinte y treinta

/ 1 diciembre, 2017

La exposición La mirada inédita; la gráfica y el dibujo en los años veinte y treinta presentada en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, dirige su atención sobre las tramas principales de la vanguardia plástica cubana en los turbulentos años veinte del pasado siglo en el dibujo y la gráfica. Son precisamente en estas expresiones artísticas donde se manifiestan las líneas esenciales de desarrollo que marcarán la evolución del movimiento, adelantándose a su surgimiento en la pintura o la escultura de la época.

Los movimientos de renovación plástica tendrán vías importantes de expresión en la gráfica y el dibujo. Durante esa etapa ocurrió una verdadera revolución en el diseño de las revistas, de manera sostenida en Social, la cual deviene líder de esta transformación visual, instalándose en el contexto cubano una nueva mirada. El hombre común penetra en la visualidad de la modernidad de la mano de estas publicaciones. Por otra parte, el dibujo aborda con desenfado la ruptura con las convenciones académicas al uso introduciendo en su quehacer temas inexplorados o tratados con extrema superficialidad, como lo afrocubano o campesino, o las contradicciones sociales del momento con un lenguaje novedoso.

Rafael Blanco será quien inaugura en el ámbito de las artes plásticas una mirada crítica, de profunda amargura y mordaz ironía, sobre el contexto de su época. Un adelantado en el terreno de la caricatura, sin embargo, son sus aguadas las que mejor definen su arte, expresionista hasta el grotesco, como grotesco era el ambiente socio-político del período que le tocó vivir.

Con posterioridad, emerge la figura de Eduardo Abela, quien regresa triunfante de París en 1929; se aparta de la línea afrocubana en su pintura y se dedica con pasión revolucionaria a la caricatura, retomando su ya popular personaje del Bobo, creado en 1926 (…).

Una vertiente de relevante importancia en la plástica de la época es la indagación en lo criollo como búsqueda de alcance continental. En el caso particular de Cuba la exploración de lo popular se orienta fundamentalmente hacia la expresión de las tradiciones y leyendas de los campos de la Isla, los paisajes rurales y, como protagonista de estos, el guajiro. Esta visión cristaliza en una perspectiva criollista, que trasciende la mirada costumbrista para presentar una denuncia vehemente de la vida miserable y sin esperanza del campesino cubano. La variedad de acercamientos al criollismo abarca desde los guajiros imperturbables de Gattorno, hasta los campesinos macilentos de Carlos Enríquez. Es precisamente en la obra de Enríquez donde encontramos los principales matices del criollismo, inspirado en lo que el propio artista enunció como el “romancero guajiro,” y que sirve como síntesis teórica a su pintura de esos años.

(…) Por otra parte, las ilustraciones aparecidas en las publicaciones periódicas en los tempranos años veinte tales como Bohemia, Carteles, y de manera especial, en la revista Social, anticipan la aparición de una modernidad que influirá decisivamente en la sociedad de su época. En un primer momento Conrado Massaguer deviene en figura emblemática en la concepción de una imagen nueva, elegante y eficaz que deslumbró al segmento del público que accedía a la revista Social (…) Hacia 1927 aparece la Revista de Avance con una nueva propuesta artístico-literaria de avanzada. (…)

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