[…] Para la Bienal de este año, el mundo del arte mostró una reacción abrumadora al venir en peregrinación a La Habana, impelido por una curiosidad que ha ido más allá del interés en el arte que se muestra.
Para muchos La Habana de hoy es el último vestigio de una era que se espera llegue muy pronto a su final. No obstante, la Bienal siempre ha sido un evento popular con locales y visitantes, con sobrada visibilidad internacional; y en un momento de su historia constituyó un alto logro de las políticas culturales del actual gobierno.
[…] La publicidad local aumentó el protagonismo para esta edición, se vieron banderas multicolores por toda la ciudad, continuos spots publicitarios y programas televisivos alrededor del la Bienal; y fue de notar la intervención publicitaria en el faro del Castillo del Morro que podía verse desde varias posiciones estratégicas en la ciudad. Como en cada Bienal, La Habana se convirtió en una ciudad hiperbolizada en la que se amplifican todas las sensaciones asociadas a la experiencia del espacio, llevando a visitantes de lugar en lugar con un ritmo pulsante.
(…) En esta Duodécima Bienal de La Habana, la vida se hizo arte mientras el arte se hizo vida. La combinación de lo cotidiano con el acto de creación se logró con éxito: las líneas entre ambos se hicieron indistinguibles y algo nuevo nació dentro de la propia ciudad.
No hay dudas de que la ciudad ayudó a habaneros y a visitantes a experimentar la Bienal en forma poderosa. Fue una muestra de vida urbana en el más pleno sentido del término. (…)
Habana-Miami-Nueva York, junio 2015
