El amplio espectro de soluciones de diseño gráfico que caracteriza la obra de Pepe Menéndez representa un caso singular dentro del panorama de nuestra visualidad contemporánea, lo cual confirma, sin dudas, la justeza de otorgarle en 2017 el Premio Nacional de Diseño Editorial otorgado por el Instituto Cubano del Libro.
Por espacio de más de 20 años ha estado moviéndose con soltura y rigor en el diseño de colecciones de literatura para la Casa de las Américas, así como de otros libros y revistas, y alguna que otra edición especial de la prestigiosa institución cubana y latinoamericana (donde trabaja hace más de 20 años al frente de su departamento de diseño). Aceptó con respeto y modestia el reto de continuar el legado de ese grande que fue, y es, Umberto Peña (creador de una imagen gráfica pujante de dicha institución por décadas) y llevarlo ahora a nuevos planos de imaginación y realización acordes con los tiempos actuales. Y asimiló también la gran herencia del pintor y diseñador Raúl Martínez en diversas modalidades editoriales con el naciente Instituto Cubano del Libro, allá por los años 60 y posteriormente, que fue ejemplo de eficacia, apropiaciones y conocimiento en cuanto al uso de los mejores instrumentos gráficos de la tradición norteamericana y europea.
(…) Pepe Menéndez ha perpetuado la identificación de la imagen gráfica de Casa de las Américas y, al mismo tiempo, generado otras nuevas para catálogos de exposiciones individuales y colectivas de arte cubano, libros de artistas y fotógrafos, así como monografías y revistas a partir de un bien ganado reconocimiento en el universo de las publicaciones. Con cierta osadía prefiere la experimentación y la búsqueda de diferentes lenguajes mediante el uso de viñetas, fotografía, dibujos, encuadernación, calados, formatos, para así dejar a un lado cualquier asomo de rutina o acomodamiento tan usual y pernicioso cuando se trata de formalizar perfiles editoriales que muchos diseñadores buscan desesperadamente con tal de lograr una identidad personal e institucional que los distinga dentro de cualquier panorama gráfico. Ello lo hace respetando reglas básicas del diseño y la comunicación que no por antiguas y conocidas resultan menos eficaces: franca legibilidad en los textos principales y secundarios, balance entre palabras y signos y símbolos no verbales capaces de articular una lógica de la visualidad externa e interna del objeto editorial, así como exclusión de elementos de adorno proclives a introducir ruidos en la percepción visual.
Para él todo original representa una búsqueda singular de diseño en consonancia con el asunto específico, tanto en su contenido como en su expresión formal. Cada libro o revista poseen, según él, un ritmo, una secuencia de lectura e imágenes, una valoración página a página para poder trasmitir la naturaleza del contenido, su unidad, versatilidad o pluralidad ya se trate de un texto crítico, una novela, un ensayo, un conjunto de poemas. No le preocupa perseguir y alcanzar un “estilo” personal ya que esto, lejos de ayudar, casi siempre comporta innumerables problemas comunicacionales pues ello añade subjetividad, artisticidad extrema y veleidades que poco comulgan con la necesaria eficacia gráfica.
(…) No sólo en el estricto plano editorial ha volcado su talento y profesionalidad reconocidas con este Premio sino también en la realización de carteles para diversas instituciones (…). Esta amplitud de intereses expresivos y estéticos le añade así una cuota mayor de experiencia a esa labor suya que no cesa en su incansable bregar día tras día …