(…) A estas alturas, en el momento exacto en que la Duodécima Bienal de La Habana revienta todas las galerías, Rocío García inaugura la exposición personal The Mission. Nada más y nada menos que una novela gráfica de 32 cuadros ensamblados. Super agentes secretos, mutantes al estilo X-Men, mujeres fatales y sadomasoquismo, todo un cóctel anómalo tanto para la literatura nacional como para el arte cubano. Imaginen las paredes enormes de Factoría Habana, el puntal gigantesco de su segunda planta, literalmente ilustrado, secuenciado, narrado en tiempo cómic: “La Zarina, agente super especial, suerte de Mata-Hari del siglo xxi, es designada para la misión de rescate del agente Sireman (agente 000S), que al parecer…”.
Así comienza todo. Siete megapáginas para siete paredes. Y en un momento en que The New York Times afirma que el futuro de la ficción está en las graphic novels, Rocío se aparece con The Mission: una cruza de relato policial, cómic de superhéroe y ucronía temporal que supera en varios aspectos todo lo que han escrito los Young Cuban Writers. Hacía mucho que el arte cubano –propenso a la endogamia y a los espaldarazos– no resultaba tan tarantinesco. Rocío García consigue la serie más contemplativa y novelesca de toda su carrera, una de cuyas virtudes –no la menor– es la incorporación de textos (diálogos, sentencias y aforismos) en la morfología de los cuadros. Porque, hay que decirlo: Rocío narra endemoniadamente bien. Entrar en The Missiones fácil. Lo difícil es salir. (…)