Bienales habaneras en el ISA

Recordar no es solo volver a vivir

/ 23 julio, 2019

A propósito de la celebración de la XIII Bienal de La Habana, de los criterios de algunos especialistas sobre el tema y partiendo de mi propia participación y experiencia alrededor de estos eventos he reflexionado sobre este proceso artístico que, si bien ha mantenido determinados logros, ha extraviado otros que debían ser recolocados en la actualidad, acorde con los requerimientos artísticos de la contemporaneidad en el contexto cultural actual.

En este sentido, me refiero a la presencia de los artistas estudiantes de la Facultad de Artes Plásticas del Instituto Superior de Arte (ISA) y de sus profesores en las bienales precedentes, en especial, las realizadas en las décadas de los años noventa del siglo pasado.

Resulta de interés en la fundamentación de las bienales, lo planteado en 1994 por la doctora y fundadora del Centro Wifredo Lam, Llilian Llanes:

“Por primera vez hemos abierto un espacio a los estudiantes de arte de todo el mundo en la forma de un encuentro creativo, teniendo como base la Facultad de Artes Plásticas del Instituto Superior de Arte (ISA). De hecho, los estudiantes del ISA han constituido un factor de extraordinario interés a lo largo de estos años para los participantes de las sucesivas ediciones de la Bienal. En ésta, nos pareció justo otorgarles un espacio adecuado para el intercambio con otros estudiantes del mundo que les permita enriquecer aún más sus horizontes culturales.”

Por lo tanto, en esa dirección, resulta imposible olvidar las muestras presentadas en los espacios de la institución docente, mediante un discurso artístico coherente y representativo de los valores de la enseñanza artística en el nivel superior, de la calidad de los expositores y de su vinculación con la realidad. (…)

Mas, no se apreciaban solo las exposiciones de los alumnos, también se realizaron eventos teóricos que propiciaron valiosos intercambios sobre el arte, sus formas expresivas y conceptuales; se conocían los proyectos de otros artistas que ofrecían conferencias; se debatía sobre las obras; se realizaba el ejercicio de la crítica y el rico intercambio de la praxis creadora. (…)

Este aspecto resultaba de mucho interés para los organizadores de las bienales y en palabras de la directora Llanes se aprecia claramente:

“Vale decir que para nosotros adquieren tanta importancia las exposiciones como los debates teóricos y los talleres de los artistas.”

También, el desarrollo de las bienales tributó al ejercicio de la docencia, pues artistas de reconocido prestigio ofrecieron talleres opcionales, cursos breves o conferencias sobre problemáticas del arte contemporáneo o sobre el quehacer plástico internacional y de las zonas participantes en ocasiones bastante desconocidas.

De manera que las bienales colaboraron con la enseñanza artística y con la puesta en marcha de singulares planes de estudio, surgidos al calor de los nuevos presupuestos del arte, de la investigación y de las experiencias en ese campo del saber, así mismo, de su relación con otras disciplinas que ampliaban y reiteraron la cultura visual.

(…) En una entrevista al artista y Premio Nacional de Artes Plásticas René Francisco este apuntaba:

“Claro, hubo un momento muy favorable en el ISA en el que cambió el sistema de estudio y se crea lo que se conoce como el Plan C. Es la época en que José Villa fue decano del ISA. Fue muy favorable.”

En ese registro de sucesos se incorporaron formas de enseñanza tales como los talleres opcionales ennoblecidos con los aportes de las bienales, así como la contribución de los cursos y los debates teóricos que fueron aprovechados por la excelencia del profesorado en una trayectoria constante de actualización del desarrollo del arte y de las nuevas concepciones.

Por lo antes meditado, pienso que hubo una estrecha relación, una verdadera fiesta del arte en aquellas bienales, cuya impronta es necesario recordar y valorar partiendo de la memoria y desde la contemporaneidad para proyectar siempre una perspectiva de futuridad.

(…) Se dice que recordar es volver a vivir, pero sería mejor ponderar que es imprescindible conocer el pasado para proponer el futuro, porque resulta imposible vivirlo nuevamente.

Como planteó Llilian Llanes en su concepción de la bienal pensada como:

“(…) un espacio en el que los artistas de esta parte del planeta pudieran conocerse mejor entre sí, intercambiar ideas, formas de trabajo, conceptos y puntos de vista, como una plataforma desde la cual proyectar su obra hacia el resto del mundo, y establecer una mirada propia.”

Pienso que, para ello, hoy se requiere de una visión diferente, de una mirada contemporánea, de una relectura novedosa y creativa que despierte nuevas expectativas ante el reto del arte de nuestro tiempo.

Pilar Fernández Prieto

Licenciada en Historia del Arte. Profesora de la Facultad de Letras y Letras de la Universidad de La Habana y del Instituto Superior de Arte. Entre 1995 y 1998 fue directora del Museo Nacional de Bellas Artes. Ha publicado varios textos sobre arquitectura cubana, particularmente sobre Art Decó.

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