En una modesta casa de la barriada de El Cerro en La Habana, puede visitarse una suerte de galería o mini-museo especializado en la producción de creadores cubanos no profesionales, no educados en el campo del arte y con situaciones psicológicas-sociales complejas, disfuncionales, dentro de los cuales algunos presentan, incluso, trastornos mentales. Este proyecto concreto responde al nombre de Art Brut Project Cuba y contiene cerca de 30 mil obras (en su mayoría en pintura y dibujo sobre papel y cartulina, pero también esculturas en cartón, metal, tela, madera, en pequeño y mediano formato). Las obras pertenecen a más de 35 artistas cubanos, cuidadas y atesoradas por el artista Samuel Riera, quien desde 2012 dirige esta minúscula institución cultural a base de esfuerzo y financiamiento propios, con la ayuda de un director asistente, dos colaboradores y la solidaridad de numerosos amigos dentro y fuera de Cuba.
Su idea inicial partió de investigar y mostrar el arte de la “periferia”; es decir, aquellas expresiones alejadas de los circuitos institucionales del sistema de las artes visuales. Actúan, sin proponérselo, como una suerte de alternatividad que valorara otros costados de la creación. En los orígenes del proyecto, Riera se mostró interesado en concebir la exhibición de las obras en el espacio público, a plena luz del día, en soportes ligeros que simularan las carretillas convencionales para la venta de productos alimenticios. Sin dudas, algo poco común en su contenido y estructura popular, al alcance de todos… hasta que decidió promocionarlas de otro modo, utilizando una parte del espacio de su casa como mejor manera, además, de conservar las obras.
Interesado en las definiciones de folk art, arte naïf, arte primitivo, se inclinó más por la de outside art ya que el término inglés outsider resulta más abierto y amplio. Pero sin ánimo de incluirse en una u otra de tales denominaciones, lo cierto es que se trata de un arte singular producido por seres humanos singulares.
(…) En el apretado espacio de su casa (…) Samuel ha logrado organizar también un taller minúsculo en el que cada semana trabajan 2 ó 3 de estos artistas con materiales que él mismo les proporciona gracias a donaciones. (…)
Paralela a su intensa actividad investigativa y promocional, Samuel Riera mantiene viva su obra personal desde que se graduó de la Academia de Bellas Artes San Alejandro en La Habana, y donde trabajó como profesor durante de 12 años (…) Su trabajo creador lo lleva a cabo en el mismo taller que comparte con aquellos artistas vinculados al proyecto, pues no dispone de un espacio exclusivo para él. Ello le permite mantener un contacto cercano y permanente con esos creadores y reactivar así, constantemente, el proyecto.
Como una rara avis en nuestro panorama de las artes visuales se alza en La Habana esta modesta institución: paso a paso, con persistencia y constancia, como un sencillo llamado a ampliar nuestras perspectivas y puntos de vistas acerca de la creación estética, esa que no siempre brilla en el espacio encandilado de las grandes galerías y museos, en las bienales y ferias o en las casas de subasta.