Abstracción Sólida. Estrategias desobedientes en el arte cubano contemporáneo, curada por Aldeide Delgado, toma partida el momento pivote que significó dentro de la historia del arte cubano el triunfo de la abstracción en los años cincuenta. Si bien este momento histórico representa para el arte cubano la consonancia, por primera vez, con los ismos artísticos de avanzada a nivel internacional, en el plano insular se registra una resistencia acérrima a su aceptación. Coartado por la polémica al uso en torno a lo cubano y la identidad nacional que había funcionado, hasta el momento, como derrotero fundamental del arte vanguardista cubano y en torno a este, la Revista de Avance en tanto órgano de difusión rector, la ausencia de referentes concretos para con la realidad devendría blanco de críticas no sólo en el momento de incepción de la nueva aventura abstracta –tanto informal como concreta, sino que sería retomada una década más tarde para desarticular el movimiento.
En 1958, Juan Marinello publica Conversación con nuestros pintores abstractos. Reeditado en 1960, el ensayo que acusaba a la abstracción de ser un “arte deshumanizado”, “copia de lo foráneo”, “superficial”, “internacionalista”, que “hacía el juego a los opresores de adentro y los de afuera” significó, en el nuevo contexto, la zancadilla final al movimiento abstraccionista cubano.
Derivado de esta misma polémica y del enrarecido panorama socio-político cubano de época regido por las líneas trazadas por la política cultural cubana de la revolución de 1959, ha predominado como lastre una tendencia reductiva dentro de la historiografía constriñendo la proyección y alcance de la variopinta aventura abstraccionista de los años cincuenta a su aspecto meramente formal. Históricamente, la crítica ha eludido el carácter abiertamente político de algunos exponentes la actitud abstracta cubana –sobre todo en su vertiente informal. Baste recordar, al respecto, la firme oposición grupal de Los Once al programa de eventos y becas auspiciado por el Instituto Nacional de Cultura (1955-1959) creado por Fulgencio Batista y que propugnaba un pretendido “absoluto apoliticismo”. La participación en pleno del grupo en la exposición Homenaje a José Martí, conocida también como Antibienal o Bienal Antifranquista, es otra prueba contundente del posicionamiento político del grupo.
Siendo así, me resisto a la idea de asumir el arranque abstraccionista cubano como mero interés formalista. Más bien, me atrevería a afirmar –como ya he avanzado con antelación, que es justo desde el surgimiento mismo del empuje abstraccionista cubano que se anunciaba ya el carácter de compromiso para con la realidad de ese difícil linaje que es la condición abstracta dentro del arte cubano.
(…) Abstracción Sólida… se inscribe pues dentro de esa línea investigativa donde el componente eidético (conceptual) determina la resultante formal. Para ello, Delgado se sustenta en la dicotomía consensus–dissensus enunciada por Jacques Rancière incorporando “la desobediencia como estrategia de creación.”
(…) Abstracción Sólida… se integra a ese esfuerzo recuperativo del continuum y alcance de la tradición abstracta dentro del arte cubano. (…)