Calificado como pintor, grabador, ceramista y dibujante, Alfredo Sosabravo es ante todo un creador, capaz de encontrar, siempre que ha necesitado expresar una idea nueva, el vehículo más conveniente a su formulación visual. Conocedor de las particularidades de cada medio, ha sabido, como pocos, escoger la técnica y el soporte de los cuales servirse a la hora de abordar alguna de las problemáticas de su interés, ya sea a nivel formal o conceptual.
Esta manera de enfrentar el proceso artístico es lo que le ha permitido desarrollar una obra de notable pluralidad, nacida del descubrimiento que en el curso de su carrera ha hecho de los más diversos materiales y técnicas. En efecto, si algo distingue su poética es la fascinación que le ha provocado el uso de tal cantidad de herramientas, empezando por sus primeras experiencias con el lienzo y el óleo hasta llegar al delirio del cristal, pasando por la apoteosis del barro y la delicadeza del papel; revelando siempre el encantamiento que el trabajo con tan distintos elementos le ha producido.
(…) Vale tener en cuenta que la pintura es su forma de expresión por antonomasia. Su práctica le permitió en su arranque como artista, adquirir un oficio y un dominio de la técnica insuperables, que traslada como aspiración permanente a todo proceso creativo en el que se involucra, lo que le ha permitido lograr esa perfecta terminación que caracteriza sus trabajos, en cualquiera de las manifestaciones en la cual se exprese. No menos importante en el desarrollo de su propuesta pictórica ha sido la búsqueda de las texturas a la cual se asocia su obsesión por los misterios del color. A su domino le ha dedicado gran parte de su carrera, en un recorrido que se extiende desde sus iniciales experiencias con la pintura hasta la explosión cromática de los cristales, pasando por el esmaltado del barro.
(…) En la práctica, su fino sentido del humor lo ha protegido de la carga negativa que algunos problemas tratados por él reflejan. Muchas han sido sus influencias, muchos los estímulos visuales, pero en ningún caso su admiración por las propuestas de sus colegas nacionales o internacionales ha dejado una huella directa en sus trabajos. Perteneciente a esa generación que en el mundo reaccionó contra el predominio de la abstracción en la pintura, Sosabravo, por derecho propio, merece ser considerado uno de los más genuinos representantes de ese movimiento a nivel internacional. Le asiste toda la razón cuando afirma: “Soy feliz y tengo motivos, he llegado a esta edad haciendo arte. Al cabo del tiempo sé lo que hago, adónde quiero llegar dentro de mi trabajo. Aspiro a ser artista siempre.”